«Estoy convencido que nuestra Universidad de Cartagena ha formado desde siempre a los profesionales más idóneos, sensibles y solidarios del Caribe y del gran parte del país»: William Malkun, Rector.

0

En 1827, cuando aún se escuchaban los ecos de las recientes gestas
libertadoras en varios territorios de nuestra América, y cuando urgía
consolidar la naciente república, Simón Bolívar y Francisco de Paula
Santander entendieron que ese objetivo solo era posible con la formación
de espíritus ilustrados. Nuestras naciones del norte andino se habían
integrado, de acuerdo con el sueño bolivariano, en un Estado monumental
llamado la Gran Colombia. Y todos los esfuerzos emancipatorios e
integradores podían fracasar si el pueblo, ampliamente rural, campesino
y analfabeto, no se preparaba intelectualmente para asumir su propio
destino.


En ese contexto libertario y nacional, Bolívar y Santander firmaron los
decretos que les darían vida institucional a las universidades del Cauca, el
24 de abril, y del Magdalena e Istmo, el 6 de octubre. Ambas en 1827.
Ambas, por tanto, están a solo cinco años de cumplir su bicentenario. Y
ambas fueron claves para fortalecer los procesos regionales en el litoral
del Pacífico y en el litoral del Atlántico (como se conocía en aquellos
tiempos el límite marítimo de nuestra costa norte).

En el caso de la Universidad del Magdalena e Istmo, su cobertura regional
se extendía desde La Guajira hasta los límites de Panamá y Costa Rica. Es
decir, nuestra naciente institución, conocida más adelante –y después de
unos cambios sucesivos de nombres, en el siglo XIX- como Universidad de

Cartagena, se concibió como un proyecto regional que sustentaba la
consolidación de la Gran Colombia en esta extensa geografía.
Ha sido mucha el agua que ha corrido desde entonces bajo en puente de la
transformación del Caribe y de Colombia. Y tantas las vidas
transformadas en las aulas de nuestra Universidad en ese período. Ya
quisiéramos nosotros tener a nuestra disposición los nombres de cada
uno de los egresados que se han formado en ella, desde aquellos primeros
soñadores que se matricularon en las facultades de medicina,
jurisprudencia y filosofía y letras, que se ofrecieron en la naciente
institución. Y con seguridad, sabríamos que, en aquel entonces, y hasta
hoy, cada vida transformada en nuestras aulas ha sido una vida que
también ha apoyado la transformación de su contexto personal, cultural,
social, económico y ambiental.

Ya deseáramos nosotros tener a nuestra disposición en dónde estuvo o
está cada egresado nuestro y cuál fue o es el papel que ha jugado en el
desarrollo de su entorno. Porque si de algo estoy convencido es de que
nuestra Universidad de Cartagena ha formado desde siempre a los
profesionales más idóneos, sensibles y solidarios del Caribe y del gran
parte del país. Basta saber que solo hasta mediados del siglo XX se fundó
la mayoría de las universidades públicas y privadas que conocemos hoy
en nuestra región. Esto implica que, durante más de un siglo, a la
Universidad de Cartagena le correspondió en solitario formar los
profesionales que habrían de transformar los destinos regionales.
Por eso, la celebración de nuestros 195 años, y la preparación para
festejar nuestro bicentenario, no es asunto de cosmética ni vanidad, sino

el reconocimiento del papel transcendente que hemos jugado durante dos
siglos. Y, además, es un manera de visionar el papel que nos corresponde
en una sociedad que urge del conocimiento para afrontar los retos y las
amenazas que se vienen por igual: la transformación digital, las energías
alternativas, los avances en genética, los viajes interespaciales, los
descubrimientos de la medicina, pero también las hambrunas globales, las
pandemias, las incertidumbres de la vida sobre la faz de la tierra, y el
desconcierto de los seres humanos frente al rol que deben asumir en la
sociedad y frente a su propia existencia.


Para potenciar los avances y contener las amenazas, requerimos un
conglomerado de saberes transformadores, y avanzar hacia la
consolidación de una sociedad del conocimiento. Esto implica que las
instituciones educativas –las universidades, sobre todo- enfaticen en
formar seres humanos que trasciendan sus preocupaciones personales y
vinculen lo aprendido con los requerimientos y las urgencias vitales de su
entorno. Se requiere, de ese modo, que el conocimiento se transfiera del
aula, del laboratorio, del observatorio, de los espacios de práctica a la
sociedad. Del espíritu individual a las necesidades colectivas. Y eso es lo
que asumimos como eje de una política institucional que hemos llamado
“universidad transformadora y humanista”.

En esa política, los egresados son fundamentales. Son, nada y nada menos,
que la extensión institucional en la sociedad. Recuerdo que, hasta hace
poco tiempo, develar la condición de graduado de la Universidad de
Cartagena, en cualquiera de sus programas, era un asunto majestuoso,
que producía admiración y confianza. Y estoy seguro de que muchos de
los aquí presentes han experimentado esa sensación satisfactoria. Hoy

propendemos para que el nombre institucional se siga pronunciando con
orgullo y la sociedad lo siga asumiendo con consideración y respeto.
Líneas atrás, decía que en 195 años la lista de egresados nuestros es
incontable y, lastimosamente, irrecuperable. Hay muchos nombres
reconocidos, como Rafael Núñez, que después de graduarse como
abogado fue rector de la Universidad, gobernador de la provincia de
Cartagena y cuatro veces presidente de la República. Pero también hay
muchos que, con menos resonancia, han cumplido un papel destacado en
el campo de su saber y han coadyuvado en distintos procesos
profesionales y sociales. Y gracias a su destacada labor, permanecen en la
memoria colectiva de nuestra Alma Máter.


Para este evento, por ejemplo, les solicitamos a sus programas que
eligieran los nombres de sus egresados más reconocidos. Ustedes son el
producto de esa selección. Sabemos que –con tantos egresados
destacados- no era fácil construir ese listado. Pero la memoria fue
dictando su nombre como reconocimiento a su excelente desempeño y a
la condición de udeceístas destacados. Esa es una de las razones de su
presencia en esta celebración.
Otra de las razones es que nos interesa construir lazos de reciprocidad
con ustedes. Su relación con nuestra Institución no culminó con la
recepción de su diploma de grado. Al contrario, en ese momento ustedes
adquieren un lazo eterno con la institución. Como se sabe, la frase Alma
Máter, que de utiliza desde la Edad Media para referirse a las
universidades, significa literalmente madre nutricia o madre que alimenta.
Por tanto, entre la Universidad de Cartagena y los udeceístas se establece

una relación materno – filial desde el momento en que se matriculan y esa
relación, en condiciones normales, no se rompe jamás. De hecho, la
palabra matricularse quiere decir vincularse a la madre o, dicho de otra
manera, vincularse al vientre.


La Universidad de Cartagena tiene mucho que ofrecerles a ustedes: en
formación, en extensión, en proyectos de responsabilidad social. Pero
también ustedes, desde su labor profesional y desde los distintos vínculos
que han adquirido en ella, tienen muchísimo que aportarle a su madre
nutricia. Esa relación recíproca nos permite el crecimiento mutuo y nos
posibilita seguir cumpliendo la misión institucional. Y así como, a partir
de hoy y como un compromiso que hemos adquirido con nuestros
egresados, nosotros les brindamos la posibilidad de que participen en los
procesos institucionales, esperamos que ustedes presten sus buenos
oficios y la solidaridad para que nuevas generaciones disfruten las
oportunidades que ustedes gozaron. No crean, con estas palabras, que los
hemos invitado a esta celebración para “pedirles”. Lo hicimos para
“compartir” con ustedes. Entendiendo el compartir como acción mutua y
altruista y como un compromiso derivado de la relación entre una madre
y sus hijos.


Desde la Oficina de Egresados, estamos organizando las actividades y las
condiciones para que nuestra relación con los graduados nuestros sea
fluida y permanente. En un año, habremos de tener una Red de Egresados
inmensa, como nuestra historia misma. Y en la medida en que vaya
creciendo, ustedes serán voceros para que sus amigos y colegas
udeceístas se vayan vinculando a la Red. De ese modo, cuando la

Universidad de Cartagena cumpla sus 200 años, aspiramos a tener un
número monumental de egresados con registro en esa red.
La celebración de “Unicartagena Bicentaria”, cuyo proyecto y marca
presentamos ayer, constituye una oportunidad para visibilizar lo que
estamos haciendo. Hoy, más del 70% de los programas de los que ustedes
se graduaron cuentan con acreditación de alta calidad, otorgada por el
Ministerio de Educación, y muchos de ellos tienen acreditación
internacional. La misma Universidad cuenta con acreditación nacional; y
hace tres meses se convirtió en la primera universidad pública del país en
recibir la acreditación internacional.
Lleven esas buenas noticias por el mundo; hablen de las cosas buenas que
ocurren en su madre nutricia; pregonen que todos los procesos
institucionales se construyen desde la calidad, la inclusión, la integralidad,
la prevalencia de la ética y el respeto a las diferencias. Nosotros también
seguiremos diciendo que tenemos un cuerpo de egresados formado por
los mejores seres humanos y por profesionales idóneos e íntegros. Y
seguiremos sintiéndonos orgullosos de ustedes.


Este Claustro de la Merced, en donde los recibimos complacidos, es el
epicentro de nuestro vínculo con ustedes. Aquí funciona la Vicerrectoría
de Extensión y Proyección Social y, en ella, la Oficina de Egresados. En
este espacio también resuena la cultura nuestra, el Caribe vivo que se
escucha en el rumor de nuestro mar circundante. En este espacio se
escuchan y se leen las frases de Gabo, quien estuvo matriculado en
nuestra Facultad de Derecho y cuyas cenizas reposan en el patio del
Claustro junto a las de su esposa Mercedes Barcha. Visiten el Claustro y

los demás campus de la Universidad, siéntanlos suyo y sepan que aquí
siempre habrá encuentros con la cultura, los saberes, los conocimientos y
la identidad del Caribe.
Esta fecha especial también es propicia para exaltar el desempeño de
muchos egresados destacados de la Universidad. Tenemos científicos,
artistas, escritores, innovadores, pedagogos, líderes sociales y políticos,
profesionales reconocidos, gente que aporta a las más diversas
actividades. En esta oportunidad, hemos seleccionado cuatro egresados
sobresalientes en su campo para recibir la “Orden Rafael Núñez a los
egresados”, se trata de:
-Abel Dueñas Padrón, egresado de Medicina, exdecano de la Facultad,
exdirector de Ascofame, y a quien hemos denominado con orgullo
nuestro egresado centenario, pues a los 103 años nos sigue
compartiendo, con plena lucidez, su experiencia y conocimientos.
-Jorge Luis Perea Ramos, egresado del programa de Ingeniería de
Sistemas, y hoy es un reconocido experto internacional en el uso y
creación de programas para el análisis de reportes financieros.
-Juan David Martínez Mogollón, egresado del Programa de Lingüística y
Literatura, director ejecutivo de la Fundación Adomi, quien trabaja por el
desarrollo comunitario y social en poblaciones vulnerables de la ciudad.
-Sacra Nader David, egresada del Programa de Economía; se desempeñó
muchos años como directora de Escuela de Bellas Artes, la cual, con su
gestión, se convirtió en la Corporación Universitaria de Bellas Artes y
Ciencias de Bolívar.

También otorgaremos la “Orden al mérito José Joaquín Gómez”, en
homenaje al primer rector de nuestra Universidad, a personas destacadas
en distintos ámbitos de la ciencia y la innovación, la cultura, las artes y las
letras, el deporte, la pedagogía, la política y la labor social. Este año, esta
Orden se entregará, así:
-Teresita Román de Zurek, en distinción póstuma por su destacada
labor como escritora y como reconocida trabajadora por las causas
sociales de la ciudad.
-Edgar Parra Chacón, pediatra y nuestro rector en el período 2014 –
2022, y cuya labor por el posicionamiento de la Universidad de Cartagena
en los ámbitos nacional e internacional.
-Sandra Lisset Ibarra Vélez, abogada destacadísima, quien ha cumplido
un excelente trabajo para garantizar el acceso de las poblaciones alejadas
del país a la justicia.
-Instituto de Investigaciones Inmunológicas, de la Universidad de
Cartagena por su trabajo científico y humano en la detección de alergias y
otras patologías inmunológicas y por sus aportes en la formación de
magísteres y doctores en esa especialidad. Es, además, el único centro de
alergología experimental de Colombia.


Entregar estas distinciones y compartir con ustedes en este día es un
modo de vivenciar la Universidad de Cartagena en su dimensión más
elevada: la de transformar vidas que transformen otras vidas. Y eso es lo
que hemos hecho durante 195 años y nos corresponde hacerlo con las
generaciones que vienen. Nosotros debemos sembrar la semilla para que

los próximos estudiantes y egresados asuman el sendero del crecimiento
y el impacto social.
Esa semilla, además de los procesos en el aula, la fomentaron los mismos
estudiantes con la creación del Voluntariado Estudiantil, formado por
centenas de jóvenes, ampliamente sensibles y brillantes, de todos los
programas, campus y municipios, que se conglomerado para desarrollar
actividades de apoyo social dentro y fuera de la Universidad. Esta labor
transformadora y solidaria es la que caracteriza a los udeceístas, y las que
nos permite mirar con optimismo la formación de las próximas
generaciones.
Señores egresados y asistentes, tenemos muchos compromisos y retos
para los años venideros. Las condiciones y las exigencias del mundo
contemporáneo no son comparables a las que se vivían en los inicios de la
República. Si en aquel momento la Universidad surgió para consolidar un
proyecto de nación con enfoque regional, ahora enfrentamos el reto por
garantizar la vida misma -con sus complejidades sociales, ambientales,
económicas, psicológicas, humanas-. Y no es fácil asumir
responsabilidades de esa envergadura. Pero toca afrontarlas del mejor
modo posible, ampliando las posibilidades de éxito.
Pero no podemos solos. Necesitamos de los gobiernos, de las
organizaciones, de la sociedad, de la gente. Necesitamos de la familia: de
la sanguínea que nos apoya íntimamente en el día a día; y de la familia
institucional, formada por estudiantes, docentes, trabajadores, egresados,
pensionados.

Ese círculo de afectos y de acciones acrecienta la esperanza del futuro y
garantiza que en los próximos años las incertidumbres no prevalezcan.
Los invito, por tanto, a que no olviden a su Alma Máter privada. A que
sigamos trabajando por esta majestuosa Universidad de Cartagena que,
195 años después, sigue renovada, transformadora, y con el ánimo para
pervivir por siempre y para siempre.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *